¡¡Hola a tod@s!!
Hoy os voy a confesar el gran problema que sufrimos los diseñadores tarde o temprano. (Yo ya lo he sufrido varias veces, y espero seguir haciéndolo ya que significará que mi cabeza sigue trabajando).
Cuando los diseñadores encontramos un problema lo hacemos todo por solucionarlo y buscar lo mejor para el usuario: lo más sano, más fácil, económico, útil... ¿Qué pasa? Nos centramos en diseñar el producto a la perfección, que sea ideal para que el usuario se enamore de él a primera vista y aún más conforme lo vaya usando.
¿Dónde está el problema? Al igual que la semana pasada os contaba el problema del usuario cuando ve un problema que quiere solucionar sí o sí (aunque implique meter un cuchillo en la tostadora) a los diseñadores nos pasa lo mismo. Una vez encontramos un problema y una posible solución nos cerramos en que es esa la solución ideal. Todo tiene sentido, es sencillo... o eso te parece a ti.
En muchas ocasiones, muchos diseños que el equipo creador consideraba perfecto y que sería un éxito resulta que los usuarios no lo ven tan claro. Tal vez ese diseño ideal era demasiado complejo, tantas funciones y tantos botones que el usuario se pierde. Es el caso de muchos mandos de televisión. Tienen muchos botones que no sabemos ni para qué sirven, seguro que los que lo diseñaron lo veían todo con lógica pero el usuario no lo ve así.
Es por ello que los diseñadores necesitamos contacto directo con quien sea el verdadero futuro usuario. No seremos nosotros los usuarios en muchas ocasiones por lo que necesitamos saber a ciencia cierta que ese producto de verdad es lo que busca el usuario. A su vez, es muy aconsejable que trabajemos en grupo o le podamos enseñar nuestras ideas a personas ajenas, ya que ellas son las que más nos pueden ayudar.
Como anécdota os traigo la vez que esto me pasó a mi por primera vez. En primero de carrera tuvimos que diseñar una silla. Yo como punto de partida me basé en las sillas ne las cuales estas erguido y apoyado en las rodillas (la de Lisa Simpson). Pero decidí que tuviera un respaldo para ser más cómodo, además que fuera metálica y flexible... el resultado parecía ideal (aunque poco después no me lo parecía tanto). Mi sorpresa fue enorme cuando mi madre me pregunto seriamente: ¿Y como te sientas en esa silla?
Recordad hacer la encuesta que tenéis a la derecha. Vuestros votos son importantes para mi.
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