¡¡Hola a tod@s!!
Hoy os voy a confesar el gran problema que sufrimos los diseñadores tarde o temprano. (Yo ya lo he sufrido varias veces, y espero seguir haciéndolo ya que significará que mi cabeza sigue trabajando).
Cuando los diseñadores encontramos un problema lo hacemos todo por solucionarlo y buscar lo mejor para el usuario: lo más sano, más fácil, económico, útil... ¿Qué pasa? Nos centramos en diseñar el producto a la perfección, que sea ideal para que el usuario se enamore de él a primera vista y aún más conforme lo vaya usando.
¿Dónde está el problema? Al igual que la semana pasada os contaba el problema del usuario cuando ve un problema que quiere solucionar sí o sí (aunque implique meter un cuchillo en la tostadora) a los diseñadores nos pasa lo mismo. Una vez encontramos un problema y una posible solución nos cerramos en que es esa la solución ideal. Todo tiene sentido, es sencillo... o eso te parece a ti.

Es por ello que los diseñadores necesitamos contacto directo con quien sea el verdadero futuro usuario. No seremos nosotros los usuarios en muchas ocasiones por lo que necesitamos saber a ciencia cierta que ese producto de verdad es lo que busca el usuario. A su vez, es muy aconsejable que trabajemos en grupo o le podamos enseñar nuestras ideas a personas ajenas, ya que ellas son las que más nos pueden ayudar.


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