Feliz navidad y espero que hayáis pasado un buen día con los vuestros. Aquí rozando las 00:00 de hoy os traigo una pequeña reflexión sobre unos elementos un tanto molestos para los usuarios: los botones, interruptores y similares.
Todos alguna vez hemos dudado qué botón iba con qué función en un electrodoméstico (por ejemplo que regulador controla cada fuego de una vitrocerámica). También suele pasar cuando ponemos más de un interruptor para la luz juntos (lo típico en las aulas y casas cuando tenemos una ristra de tres o cuatro interruptores y no sabemos cual enciende qué luminarias).
Estos problemas aparentemente inocuos pueden ser un verdadero problema en otras situaciones. Algunas radios de los coches tienen muchos botones pequeños y muy juntos, hay que optimizar el espacio, por lo que tan solo subir de volumen o cambiar de emisora cuando estamos conduciendo puede ser un poco peligroso hasta que nos acostumbremos al coche. A su vez, si le sumamos falta de iluminación o de visibilidad puede causar situaciones de riesgo.
Si avanzamos un poco más, podemos encontrar casos donde mandos y botones pueden suponer situaciones de grave riesgo. Se dice que en una central nuclear, los operarios solían confundir unas palancas ya que estaba dispuestas una cerca de la otra y al ir a accionarlas sin mirar podías accionar la que no debieras. Es por ello que se les ocurrió suplantar esas palancas por las de la cerveza de los bares. De esta forma por el tacto se podía distinguir si era la palanca adecuada. Esto se puede aplicar en otros casos. El los aviones, los mandos de la cabina suelen ser muchos de ellos diferentes entre sí, para que los pilotos puedan saber que están accionando la palanca concreta sin necesidad de apartar su vista de otros elementos.
Los trabajadores de la central nuclear fueron ingeniosos ya que identificaron un problema y encontraron una solución rápida y sencilla al mismo. Eran unos diseñadores en potencia.
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